miércoles, 30 de octubre de 2024

Cumpleaños 80 de mi papá


Hay una canción que dice: “¿Cuánto me debía el destino, que contigo me pagó?”  Siempre me pareció hermosa esa idea de esta conexión más allá de esta vida presente y, aunque la canción se refiere a un vínculo romántico, yo lo quiero aplicar a esta unión de almas que existe entre mi papá y yo. No porque el destino me debiera algo, sino porque Dios me bendijo con su presencia en esta vida. 


Siempre ha sido un padre amoroso, responsable, a veces estricto y firme, pero sobre todo una presencia que, desde que tengo memoria, nos ha guiado hacia buscar verdades más grandes, a voltear al interior y hacerle caso a la voz del corazón. Tal vez, además de la vida, ese haya sido el regalo más grande que me ha dado: la certeza de ser amada incondicionalmente por él y por esa gran presencia universal que llamamos Dios. 



Esos entendimientos han llegado a mí ya en una edad adulta, pero desde niña he tenido la evidencia de su amor a través de  pequeños detalles: sus cálidos y estrujados abrazos, sus palabras de consuelo, sus consejos, su forma de ver la belleza en el mundo, su voz profunda que reconforta, sus manos que sanan, sus enseñanzas, su compasión por los demás, su afán de ayudar y servir. 




Papá, son muchas las cosas que podría enumerar de ti, pero en este momento de celebración solo me queda decir: “Cuánto me debía el destino que contigo me pagó?”. 

Gracias a Dios por tu existencia y por las maravillosas sincronicidades que me han permitido ser tu hija en esta vida. ¡Te amo!




domingo, 6 de octubre de 2024

El gozo



“Dedícate a hacer cosas que te causen gozo”, dijo mi terapeuta. Fácil, ¿no? Se supone que todos buscamos eso. Pero ¿qué es realmente? Porque es sencillo caer en las trampas del alcohol, las drogas, el sexo y el pan (no nos olvidemos del pan), y seguramente esto nos traerá picos de “felicidad”. ¿Y luego qué? El hedonismo desenfrenado te suele regresar al mismo lugar vacío si no se resuelven las causas de fondo de estar buscando ese rush de adrenalina.
Creo que nunca nos enseñan a descubrir qué es lo que nos causa gozo. De pronto pienso en la película Amélie, donde cada personaje se presenta en términos de “a él le gusta o ama hacer tal o cual cosa” o “él detesta tal otra”. Pero no se revelan grandes manifiestos filosóficos, sino que se da cuenta de esos pequeños detalles que te hacen sonreír (o refunfuñar, según sea el caso). 


Entonces, tengo que emprender la búsqueda de estos pequeños (y grandes) momentos de gozo. Como también se ve en la película Soul. A veces buscamos un “gran propósito” para nuestra vida, cuando al parecer sólo se trata de vivirla, disfrutarla, estar presente en cada momento que, aunque parezca insignificante, va llenando de luz nuestros días. 


Pero ¿cómo rescatar estos haces de luz entre el ajetreo diario? Desenterrarlos de las cosas mundanas que nos absorben, como cuando buscas una concha entre la arena o rescatas una hoja hermosa que está debajo de la tierra. Por más que uno quiera salirse de las convenciones, al parecer estamos programados para conseguir la “vida perfecta”. Estudiar, trabajar, “triunfar”. ¿Y luego qué? Encontrar una pareja, casarse, formar una familia. ¿Y luego qué?Tal vez damos por sentado las cosas que nos gustan. Y parecen tan sencillas, que se van perdiendo entre tantas expectativas de grandeza. Porque tal vez no a todos les guste bailar, escuchar música, o ver el amanecer y tomarle fotos, ver películas que hacen llorar y pensar, pero también las bobas que me hacen reír, despertar temprano y caminar. O escribir. 


A veces pensaba que todos podían o querían hacer esas mismas cosas y resulta que no. ¿Será que esos son los indicios de mi camino hacia el gozo? Siempre han estado ahí y dejé de verlos. ¿Y luego qué?, pregunto otra vez. La respuesta, me parece, es que es hora de volver a ser una niña. De nuevo, parece fácil decirlo, pero hay cierta maestría en la infancia que tristemente se va perdiendo cuando crecemos. Si no me creen, les regreso la pregunta: ¿ustedes qué harían para recuperar el gozo en sus vidas?