Antes de que nos olviden
haremos historia.
Caifanes
Pero volviendo a la serie, después de mostrarnos brevemente a los protagonistas, nos ubica en una escuela preparatoria, con los cuadernos Scribe de la época y la bonita costumbre de pasarse papelitos durante las clases. En los recesos vemos a los estudiantes comprando Boings de triangulito y Ricaletas, en la cooperativa (seguramente los alumnos de hoy poco saben de esas tienditas escolares de las cuales, en los buenos años, hasta nos repartían las ganancias).
La historia es de estas historias “de crecimiento”, bildungsroman, como dirían los alemanes que tienen palabras para todo. Vemos cómo este grupo de amigos, un puñado de nerds, pasan de ser niños a jóvenes, con todas las circunstancias que esto conlleva. Crecer duele, como ya bien sabemos. A veces más, a veces menos. Lo que me gustó es ver que en este caso los personajes principales son ese grupito de ñoños, los más “aplicados” y ahí es donde, más allá de las referencias generacionales, también logro identificarme. Supongo que ahora esos nerds son los que están escribiendo las historias, sus historias, y mostrándolas al mundo.
De nuevo, regresando a la serie, les decía que trata de la transición hacia el mundo adulto, cuando todo se vive tan intensamente: el primer amor de verdad, la primera experiencia sexual (la pena de ir a comprar condones), las cartas, los mixtapes grabados del radio con la combinación exacta de canciones para expresar lo que sentías (y tratando de que el locutor no tapara el inicio o el final de la música), las tardeadas, la primera vez que tomas alcohol o que quieres emborracharte con Caribe Coolers. Y, también, las primeras veces que sientes que el mundo se te acaba. ¿Cómo superar eso? Cada quien va encontrando su manera. O no.Me pregunto por qué ahora tienen tanto éxito estas historias. Supongo que la nostalgia siempre vende, la posibilidad de conectar con la experiencia colectiva, algo que no percibes muy bien hasta que volteas a ver esa época, años después. Porque yo también tuve al maestro buena onda de inglés que nos ponía canciones para tratar de motivarnos y aprender algo del idioma. Yo también hice pulseritas con tiras de plástico y jugué al resorte. Yo también tuve un Walkman e iba al Videocentro a rentar películas. La serie incluso revivió a aquella maestra de Carrusel, la telenovela “infantil” que todos vimos en algún momento, pero convertida en una maestra cruel y desalmada.
Y bueno, qué decir de la música. Pareciera que mis cuentos y mi idea de mezclarlos con canciones es algo que está “en el aire”. El soundtrack está plagado de canciones del “Rock en tu idioma”, pero también de aquellas canciones que escuchaban nuestros papás (José María Napoleón, Yuri, Camilo Sesto) y de las canciones de las fiestas (como Caló, Proyecto uno y Ace of Base). No cuento más porque no quiero soltar spoilers, pero es claro que el nombre de Nadie nos va a extrañar, aunque sí está ligado a la trama, nos recuerda todo lo que sí extrañamos de aquella época.
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