“Dedícate a hacer cosas que te causen gozo”, dijo mi terapeuta. Fácil, ¿no? Se supone que todos buscamos eso. Pero ¿qué es realmente? Porque es sencillo caer en las trampas del alcohol, las drogas, el sexo y el pan (no nos olvidemos del pan), y seguramente esto nos traerá picos de “felicidad”. ¿Y luego qué? El hedonismo desenfrenado te suele regresar al mismo lugar vacío si no se resuelven las causas de fondo de estar buscando ese rush de adrenalina.
Creo que nunca nos enseñan a descubrir qué es lo que nos causa gozo. De pronto pienso en la película Amélie, donde cada personaje se presenta en términos de “a él le gusta o ama hacer tal o cual cosa” o “él detesta tal otra”. Pero no se revelan grandes manifiestos filosóficos, sino que se da cuenta de esos pequeños detalles que te hacen sonreír (o refunfuñar, según sea el caso).
Entonces, tengo que emprender la búsqueda de estos pequeños (y grandes) momentos de gozo. Como también se ve en la película Soul. A veces buscamos un “gran propósito” para nuestra vida, cuando al parecer sólo se trata de vivirla, disfrutarla, estar presente en cada momento que, aunque parezca insignificante, va llenando de luz nuestros días.
A veces pensaba que todos podían o querían hacer esas mismas cosas y resulta que no. ¿Será que esos son los indicios de mi camino hacia el gozo? Siempre han estado ahí y dejé de verlos. ¿Y luego qué?, pregunto otra vez. La respuesta, me parece, es que es hora de volver a ser una niña. De nuevo, parece fácil decirlo, pero hay cierta maestría en la infancia que tristemente se va perdiendo cuando crecemos. Si no me creen, les regreso la pregunta: ¿ustedes qué harían para recuperar el gozo en sus vidas?
Que manera tan hermosa de invitarnos a reflexionar. Pienso en que amo los scouts, sentir la tierra, la lluvia, compartir cantando en una fogata, viajar con casa de campaña. Gozar
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