La semana pasada recibí el mejor regalo de cumpleaños: unos boletos para el concierto de Joaquín Sabina, parte de lo que probablemente será su última gira.
Y como el concierto fue en la Ciudad de México, el regalo incluía un viaje a susodicha metrópoli y algunos días libres de las responsabilidades de ser mamá. ¡Vaya combo!
Lo más raro fue que, por primera vez en muchos años, era responsable solo de mí misma. Fue extraño hacer maleta solo para mí, no tener que buscar cómo entretener a dos niñas en un avión, caminar sin ir cuidando que no se queden atrás, dormirme en el avión sin interrupciones para ir al baño.
Así, esos días pude ser sólo hija, hermana y amiga.
Pero no he de mentir, al principio no sabía qué hacer con tanto tiempo libre. Para colmo, mi cuerpo acostumbrado a levantarse temprano (y más con el horario playense), me despertaba temprano, aunque no tenía necesidad de preparar a mis hijas para ir a la escuela. Sin embargo, pronto me acostumbré y entendí que eso sí era tiempo de calidad (y no las dos horas en la lavandería, ¿recuerdan?).Entonces pude por fin ver a una amiga que sólo conocía virtualmente y que ahora será mi cómplice en la publicación del libro de cuentos que ya tengo preparado.
También pude irme a chismear por horas con mi amiga de la secundaria, como cuando éramos solo dos adolescentes contándonos nuestras vidas.
Aproveché, además, para caminar sin rumbo por las calles de la Roma y sentarme a ver una fuente en la banca de un parque en pleno lunes a mediodía.
Aún levantándome tarde, logré disfrutar de una larga caminata por el Bosque de Aragón y me reencontré con el lago que rehabilitaron hace algunos años. Anduve tomando fotos y, sin darme cuenta, recorrí en total casi 5 km sólo disfrutando el paisaje.
El día del concierto, mi hermano Joel fue mi acompañante y además de la plática que nos hizo más leve el trayecto, me acompañó a escoger mis souvenirs del concierto y nos tomamos una cerveza antes de entrar a ocupar nuestros lugares. El concierto fue emotivo y especial, pero eso amerita un texto aparte.
Por lo pronto, no puedo dejar de agradecer por este regalo, y no me refiero solo al concierto, sino a la oportunidad de estar conmigo misma, recordándome que soy mucho más que solo una mamá.
Que hermoso saberse una misma. Que importante darnos nuestro autocuidado. Maravilloso lo que podemos redescubrir. Te abrazo y que sigan fluyendo tus escritos que nos sacuden la melena y nos coloca en la hermosa autoreflexión
ResponderEliminar