-¿Qué es el amor? -me pregunta Alexia con sus ojitos atentos.
-¿A qué viene la pregunta?
-Es que mi maestra nos dijo que es el mes del amor y que teníamos que hacer un dibujo sobre eso.
-¿Tú qué crees que es? -reviro-. ¿Qué es lo que sientes cuando me dices te amo o cuando yo te lo digo a ti?
-Mmmm, no sé... Siento bonito, como un calorcito aquí -dice, señalando su pecho.
-Ajá, ¿y qué más? -indago.
-A veces ese calorcito me llega a la cara y me hace sonreír.
-Apuesto a que ese mismo calorcito hace que te den ganas de apretarle los cachetes a Lucas, ¿o no?
-¡Es que es tan adorable! -confirma ella, entre risas.
-A veces el amor es difícil de explicar, pero siempre puedes sentirlo. Como cuándo tu abuelito te abraza después de muchos meses de no verte. O cuando tu abuelita repara tu muñeca favorita. Eso mismo sentí yo al cargarte por primera vez. Ese calorcito, como dices, me llenó la panza, y las manos, las piernas y tooodo el cuerpo, y tenía ganas de apretarte los cachetes como haces con tu gato. -Ríe de nuevo-. Y tu papá no hacía más que verte tus manitas, tus piecitos y, así como lo ves de grandote, parecía que se iba a desbaratar de ternura, como un mazapán. Es que hay ocasiones en que el amor es tan grande que no cabe en las palabras, ni en los abrazos o los besos; a veces invade todo alrededor: la sopa de fideo que te preparo y que tanto te gusta, las sorpresas que te trae papá cuando regresa de algún viaje, las moronitas de pan que te convida tu hermana, los ronroneos de Lucas o la baba de Baxter cuando pone su cabeza en tus piernas para que lo acaricies. Y puede abarcar tanto que hasta los mensajes que te manda tu prima Frida desde el otro lado del país están empapados de amor. Así que cuando quieras mandar un poco de ese calorcito a alguien, solo tienes que cerrar tus ojos y pensar en ellos, es casi como magia.
-¡Tienes razón! ¡Tú me has dicho que yo tengo la magia! Gracias mami, voy a dibujar a mi familia. ¡Te amo! -me da un beso y un abrazo apretado-. ¡Vamos hermana!
Atrás viene Paula a imitarla, con su media lengua.
-¡Te amo! Mua, mua, mua -me llena de besos y de restos de fresa.
Las veo irse por la escalera y no puedo evitar que se escape una lágrima, mientras un calorcito recorre mi cuerpo.
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